EUROPA PRESS

21 abril 2023

 

Un somnífero reduce los niveles de proteínas del Alzheimer, aunque se necesita más investigación

 

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos) han descubierto que dos dosis de un somnífero redujeron los niveles de proteínas del Alzheimer en un pequeño estudio con voluntarios sanos. El estudio, publicado en 'Annals of Neurology', apunta al potencial de los somníferos para ralentizar o detener la progresión del Alzheimer, aunque advierten de que aún queda mucho por hacer para confirmar la viabilidad de este enfoque.

 

Los trastornos del sueño pueden ser un signo precoz de la enfermedad de Alzheimer. Muchas personas a las que finalmente se les diagnostica empiezan a experimentar dificultades para conciliar el sueño y permanecer dormidas años antes de que surjan problemas cognitivos como la pérdida de memoria y la confusión. Es un círculo vicioso: la enfermedad de Alzheimer implica cambios en el cerebro que alteran el sueño, y dormir mal acelera los cambios perjudiciales en el cerebro.

 

Ahora los investigadores parecen haber encontrado una posible forma de romper ese círculo. Su pequeño estudio de dos noches de duración ha demostrado que las personas que tomaron un somnífero antes de acostarse experimentaron un descenso de los niveles de proteínas clave del Alzheimer, una buena señal, ya que unos niveles más elevados de dichas proteínas rastrean el empeoramiento de la enfermedad.

 

El estudio, en el que se utilizó un somnífero conocido como suvorexant, apunta a la posibilidad de que los estos fármacos ralenticen o detengan la progresión del Alzheimer, aunque se necesita mucho más trabajo para confirmar la viabilidad de este enfoque.

 

"Se trata de un pequeño estudio de prueba de concepto. Sería prematuro que las personas preocupadas por desarrollar Alzheimer lo interpretaran como una razón para empezar a tomar suvorexant todas las noches", precisa el autor principal, Brendan Lucey, profesor asociado de neurología y director del Centro de Medicina del Sueño de la Universidad de Washington.

 

"Aún no sabemos si el uso a largo plazo es eficaz para evitar el deterioro cognitivo y, si lo es, a qué dosis y para quién. Aun así, estos resultados son muy alentadores --continúa--. Este fármaco ya está disponible y se ha demostrado que es seguro, y ahora tenemos pruebas de que afecta a los niveles de proteínas que son fundamentales para impulsar la enfermedad de Alzheimer".

 

El suvorexant pertenece a una clase de medicamentos contra el insomnio conocidos como antagonistas duales de los receptores de la orexina. La orexina es una biomolécula natural que favorece la vigilia. Cuando se bloquea la orexina, las personas se duermen.

 

La enfermedad de Alzheimer comienza cuando en el cerebro empiezan a acumularse placas de la proteína beta amiloide. Tras años de acumulación de amiloide, una segunda proteína cerebral, la tau, empieza a formar ovillos tóxicos para las neuronas. Las personas con Alzheimer empiezan a experimentar síntomas cognitivos como pérdida de memoria alrededor del momento en que los ovillos de tau se hacen detectables.

 

Lucey y sus colegas fueron de los primeros en demostrar que dormir mal está relacionado con niveles más altos de amiloide y tau en el cerebro. Queda por saber si dormir bien tiene el efecto contrario --una reducción de los niveles de amiloide y tau, y una detención o inversión del avance de la enfermedad de Alzheimer--, pero los estudios en ratones con inhibidores de la orexina han sido prometedores.

 

Como primer paso para evaluar el efecto de los inhibidores de la orexina en las personas, Lucey y sus colegas reclutaron a 38 participantes de entre 45 y 65 años y sin alteraciones cognitivas para someterlos a un estudio del sueño de dos noches.

 

Los participantes recibieron una dosis más baja (10 mg) de suvorexant (13 personas), una dosis más alta (20 mg) de suvorexant (12 personas) o un placebo (13 personas) a las 9 de la noche y luego se fueron a dormir a una unidad de investigación clínica de la Universidad de Washington.

 

Los investigadores extrajeron una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo mediante punción lumbar cada dos horas durante 36 horas, empezando una hora antes de que se administrara el somnífero o el placebo, para medir cómo cambiaban los niveles de amiloide y tau durante el siguiente día y medio.

 

Los niveles de amiloide descendieron entre un 10% y un 20% en el líquido cefalorraquídeo de las personas que habían recibido la dosis alta de suvorexant en comparación con las que habían recibido placebo, y los niveles de una forma clave de tau conocida como tau hiperfosforilada descendieron entre un 10% y un 15%, en comparación con las personas que habían recibido placebo.

 

Ambas diferencias son estadísticamente significativas. No hubo diferencias significativas entre las personas que recibieron una dosis baja de suvorexant y las que recibieron el placebo.

 

A las 24 horas de la primera dosis, los niveles de tau hiperfosforilada en el grupo de dosis alta habían aumentado, mientras que los niveles de amiloide seguían siendo bajos en comparación con el grupo placebo. Una segunda dosis de suvorexant, administrada la segunda noche, hizo descender de nuevo los niveles de ambas proteínas en las personas del grupo de dosis altas.

 

"Si podemos reducir el amiloide cada día, creemos que la acumulación de placas amiloides en el cerebro disminuirá con el tiempo, afirma Lucey. Y la tau hiperfosforilada es muy importante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, porque está asociada a la formación de ovillos de tau que matan neuronas. Si se puede reducir la fosforilación de tau, potencialmente habría menos formación de ovillos y menos muerte neuronal", añade.

 

El estudio es preliminar, ya que sólo analizó el efecto de dos dosis del fármaco en un pequeño grupo de participantes. Lucey tiene en marcha estudios para evaluar los efectos a más largo plazo de los inhibidores de la orexina en personas con mayor riesgo de demencia.

 

"En futuros estudios será necesario que las personas tomen estos fármacos durante meses, como mínimo, y medir el efecto sobre el amiloide y la tau a lo largo del tiempo, señala Lucey. También vamos a estudiar a participantes de más edad que aún pueden ser cognitivamente sanos, pero que ya tienen algunas placas amiloides en el cerebro". En este estudio participaron personas sanas de mediana edad; los resultados pueden ser distintos en una población de más edad.

 

"Tengo la esperanza de que acabemos desarrollando fármacos que aprovechen la relación entre el sueño y el Alzheimer para prevenir el deterioro cognitivo, añade. Aún no hemos llegado a ese punto. En este momento, el mejor consejo que puedo dar es que duerma bien por la noche si puede, y si no puede, que acuda a un especialista del sueño y se trate sus problemas de sueño".